1. Júzgame, Oh Dios, y pleitea mi causa contra una nación sin Dios: Oh, líbrame del hombre engañoso e injusto.
2. Pues tú -eres- el Dios de mi fuerza: ¿por qué me desechas? ¿Por qué ando lamentándome por la opresión del enemigo?
3. Oh, envía tu luz y tu verdad, -y- que ellas me guíen -y- me lleven hasta tu santa colina, y a tus tabernáculos.
4. Entonces iré hasta el altar de Dios, hasta donde Dios, mi extremo gozo, sí, con el arpa te alabaré, Oh Dios, mi Dios.
5. ¿Por qué te abates, Oh alma mía Y por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún lo alabaré -a quien es- la salud de mi semblante, y mi Dios.
Salmo 42
1. Como el ciervo jadea por los arroyos de aguas, así por ti, Oh Dios, jadea mi alma.
2. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo llegaré y apareceré delante de Dios?
3. Lágrimas han sido mi comida de día y de noche, mientras me dicen de continuo, ¿Dónde -está- tu Dios?
4. Cuando recuerdo estas -cosas- derramo mi alma dentro de mí, porque había ido con la multitud; con ellos fui a la casa de Dios, a la voz del gozo y la alabanza, acompañado por una multitud que guardaba el día santo.
5. ¿Por qué te abates, Oh alma mía Y -por qué- te inquietas en mí? Espera en Dios, porque aún lo alabaré -por- la ayuda de su semblante.
6. Oh Dios mío, mi alma está abatida en mi interior, por eso te recordaré desde la tierra del Jordán, y de los Hermonitas, desde la colina de Mizar.
7. Profundidad llama a la profundidad al ruido de tus trombas marinas: todas tus olas y tus marejadas han pasado sobre mí.
8. -Aún así- el SEÑOR mandará su dulce amabilidad en el día, y en la noche su canción -estará- conmigo, -junto con- mi oración al Dios de mi vida.
9. A Dios mi roca le diré, ¿Por qué te olvidaste de mí? ¿Por qué ando lamentándome por la opresión del enemigo?
10. -Cual- espada en mis huesos mis enemigos me humillan a diario diciéndome, ¿Dónde -está- tu Dios?
11. ¿Por qué te abates, Oh alma mía Y por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún lo alabaré -a quien es- la salud de mi semblante, y mi Dios.
Salmo 41
Un Salmo de David.
1. Bendito el que considere al pobre; en tiempos turbulentos el SEÑOR lo librará.
2. El SEÑOR lo preservará, y vivo lo mantendrá; bendecido será en la tierra, y a la voluntad de sus enemigos no lo entregarás.
3. Cuando languidezca en la cama el SEÑOR lo fortalecerá; por completo -le- arreglarás la cama en su enfermedad.
4. Dije, SEÑOR, ten misericordia de mí, sana mi alma, pues contra ti pequé.
5. Mis enemigos hablan mal de mí, -diciendo- ¿Cuándo morirá y su nombre perecerá?
6. Y si viene a ver-me-, habla vanidades; su corazón atesora iniquidad, -cuando-sale -la- cuenta.
7. Todos los que me odian susurran juntos contra mí, planeando daño en mi contra.
8. Una enfermedad maligna fuertemente se adhiere a él, -dicen,- y -ahora- que está postrado -ya- no se levantará más.
9. Sí, mi propio amigo -y- allegado, en quien yo confiaba, el cual comía de mi pan, -su- talón ha levantado contra mí.
10. Pero tú, Oh SEÑOR, ten misericordia de mí y remóntame para poder yo recompensarlos.
11. Por esto conozco que me tú favoreces, porque mis enemigos no triunfan sobre mí.
12. Y en cuanto a mí, en mi integridad tú me sostienes, y delante de tu rostro me colocas para siempre.
13. Bendito -sea- el SEÑOR Dios de Israel desde la eternidad, y hasta la eternidad. Amén, y amén.
Salmo 40
Un Salmo de David.
1. Pacientemente aguardé al SEÑOR, y él se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
2. Me sacó además de un horrible pozo de fangosa arcilla, fijó mis pies sobre una roca, -y- mis rutas estableció.
3. Y una nueva canción en mi boca puso, -sí,- de alabanza a nuestro Dios; muchos lo verán, y temerán, y confiarán en el SEÑOR.
4. Bendito -es- el hombre que hace del SEÑOR su confianza, y no honra a los orgullosos, ni a los que se desvían tras las mentiras.
5. Muchas -son-, Oh SEÑOR mi Dios, las obras maravillosas hechas por ti, y de tus pensamientos acerca de nosotros no se te puede hacer cuenta en orden; -si los- anunciara y hablara -de ellos-, enumerar no los podría.
6. Tú no deseaste ofrendas ni sacrificio; abriste mis oídos: ofrendas quemadas y oblaciones por el pecado no pediste.
7. Dije entonces, Mira, -aquí- vengo: en el volumen del libro -se- escribe acerca de mí.
8. Me deleito en hacer tu voluntad, Oh Dios mío, sí, tu ley -está- dentro de mi corazón.
9. Prediqué justicia en la gran congregación, mira que no refrené mis labios, Oh SEÑOR, tú -lo-sabes.
10. Tu justicia no escondí dentro de mi corazón; declaré tu fidelidad y tu salvación; tu dulce amabilidad y tu verdad no -se las- encubrí a la gran congregación.
11. Tus tiernas misericordias no me -las- retengas, Oh SEÑOR: que tu dulce amabilidad y tu verdad de continuo me preserven.
12. Pues males innumerables me han rodeado, mis iniquidades me han atrapado, de forma que no puedo mirar hacia arriba; son más -innumerables- que los cabellos de mi cabeza, mi corazón por eso me falla.
13. Complácete, Oh SEÑOR, en librarme, apresúrate a ayudarme, Oh SEÑOR.
14. Que se avergüencen y se confundan al tiempo los que buscan mi alma para destruirla; que sean echados hacia atrás y puestos en vergüenza los que me desean el mal.
15. Que sean asolados como recompensa a su vergüenza los que me dicen, Ajá, ajá.
16. Que todos los que te buscan se regocijen y en ti se alegren; que los que amen tu salvación de continuo digan, Exaltado sea El SEÑOR.
17. Pero -estoy- pobre y necesitado, -y aún así- el SEÑOR en mí piensa; tú -eres- mi auxilio y mi liberador, no te tardes, Oh mi Dios.
Salmo 39
Un Salmo de David.
1. Dije, Me cuidaré en mis caminos de no pecar con mi lengua: mientras el malvado esté delante mío con freno guardaré mi boca.
2. Enmudecí del silencio, me quedé callado, -aún- delante del bien, y se alborotó mi pena.
3. Mi corazón se calentó dentro de mí; mientras musitaba el fuego ardía; con mi lengua -entonces- hablé,
4. SEÑOR, hazme saber mi final, y cuál -es- la medida de mis días; -para- poder saber cuán frágil -soy-.
5. Mira que has hecho mis días -como- el ancho de la mano, y mi edad -es- como nada delante de ti; de verdad que todo hombre en su mejor estado -es- pura vanidad. Selah.
6. Por cierto que todo hombre en vana apariencia anda, ciertamente en vano se inquietan; apila -riquezas-, y no sabe quién las recogerá.
7. Y ahora, SEÑOR, ¿Qué aguardo? En ti mi esperanza -está-.
8. Líbrame de todas mis transgresiones, no me hagas la vergüenza de los necios.
9. Enmudecí, no abrí mi boca, ya que tú -lo- hiciste.
10. Remueve de mí tu golpe, el azote de tu mano me consume.
11. Cuando con reprensiones corriges al hombre por la iniquidad, haces que su belleza como una polilla se consuma: por seguro que todo hombre -es- vanidad.
12. Oh SEÑOR oye mi oración, y presta oído a mi llanto, no guardes silencio ante mis lágrimas, pues -soy- un extranjero ante ti, -y- un peregrino como todos mis padres -lo fueron-.
13. Oh resguárdame para que pueda recuperar las fuerzas, antes de que me vaya de acá, y no sea más.
Salmo 38
Un Salmo de David, para traer al recuerdo.
1. Oh SEÑOR, no me reprendas en tu ira, ni en tu terrible disgusto me castigues.
2. Pues tus flechas se han clavado profundamente en mi, y tu mano dolorosamente me presiona.
3. No -hay- sanidad en mi carne debido a tu enojo, y por causa de mi pecado -no hay- en mis huesos descanso -alguno-.
4. Pues mis iniquidades han tapado mi cabeza; como una enorme carga son demasiado pesadas para mí.
5. Hieden mis heridas -y- se corrompen a causa de mi necedad.
6. Me encuentro atribulado, grandemente doblegado; todo el día me ando lamentando.
7. Pues se llena mi cintura de -una enfermedad- repugnante, y en mi carne no -hay- sanidad.
8. Estoy débil y quebrantado por el dolor; he rugido a causa de la inquietud de mi corazón.
9. SEÑOR, todos mis deseos -están- delante de ti, y mis gemidos de ti no se ocultan.
10. Palpita de más mi corazón, me fallan las fuerzas; la luz de mis ojos, también se me ha ido.
11. Mis amados y amigos lejos de mi llaga se paran, mis parientes se quedan a distancia.
12. Además los que buscan mi vida colocan trampas -contra mí-, y los que mi daño buscan cosas hirientes hablan, y fraudes idean todo el día.
13. Pero yo, cual -hombre- sordo no oí, y como hombre mudo -que- no abre su boca -me quedé-.
14. Estuve así como un hombre que no oye, y en cuya boca no -hay- reproches.
15. Porque en ti, Oh SEÑOR, yo espero; tú oirás, Oh SEÑOR, mi Dios.
16. Ya que -te- dije, -Oídme,- no sea que de otra manera se vayan a regocijar sobre mí, y -se- enaltezcan en mi contra cuando mi pie resbale.
17. Porque a punto -estoy- de rendirme, y continuamente mi pena está delante de mí.
18. Ya que declararé mi iniquidad, me apenaré de mi pecado.
19. Pero mis enemigos -están- fuertes -y- llenos de vida; se han multiplicado los que erróneamente me odian.
20. Los que pagan mal por bien son también mis adversarios porque yo sigo -aquello que es- bueno.
21. No me abandones, Oh SEÑOR, Oh mi Dios, no te distancies de mí.
22. Apresúrate a auxiliarme, Oh SEÑOR mi salvación.
Salmo 37
De David.
1. No te alteres con los que obran mal, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
2. Pues como el pasto serán pronto cortados, y cual hierba verde se marchitarán.
3. Confía en el SEÑOR, y haz el bien; en la tierra habitarás, y de verdad te alimentarás.
4. También deléitate en el SEÑOR, y los deseos de tu corazón él te dará.
5. Encomiéndale tu camino al SEÑOR, confiando además en él, y a cabo él lo llevará.
6. Tu justicia sacará a la luz, junto a tu juicio como el mediodía.
7. Descansa en el SEÑOR, y aguárdalo con paciencia; no te alteres con el hombre que lleva a cabo planes malvados -y- prospera en su camino.
8. Cesa la furia y abandona la ira; no te irrites de manera alguna para hacer el mal.
9. Pues los que obran mal apartados de un tajo serán, pero aquellos que aguardan al SEÑOR la tierra heredarán.
10. Porque sólo un rato -pasará-, y el malvado no -va a estar-; sí, observarás diligentemente su lugar, y no -va a estar-.
11. Pero los sencillos heredarán la tierra; y se deleitarán con la abundancia de paz.
12. El malvado trama -cosas- en contra del justo, y rechina sus dientes contra él.
13. El SEÑOR -sin embargo- se va a reír de él, pues ve venir su día.
14. Los malvados sacaron la espada, y doblaron su arco, para derribar al pobre y al necesitado, -y- para matar a los que son de un correcto proceder.
15. -Pero- su espada entrará en su propio corazón, y sus arcos se quebrarán.
16. Mejor lo poco del justo que las riquezas de muchos malvados.
17. Porque los brazos de los malvados se quebrarán, pero a los justos -los- sostiene el SEÑOR.
18. El SEÑOR conoce los días de los correctos, y su herencia para siempre será.
19. En el tiempo malo no se avergonzarán, y en los días de hambruna saciados serán.
20. Pero los malvados perecerán, y los enemigos del SEÑOR, cual grasa de cordero se consumirán, en humo se consumirán.
21. El malvado toma prestado, sin devolver; pero el justo muestra misericordia y da.
22. Porque aquellos -que sean- benditos por él la tierra heredarán, y los -que- por él -sean- malditos apartados de un tajo serán.
23. Los pasos de un -buen- hombre se ordenan por el SEÑOR, y él en su camino se deleita.
24. Aunque él caiga, por completo no será derribado, pues el SEÑOR -lo- sostiene -de- su mano.
25. Fui joven, y soy viejo, sin embargo no he visto al justo abandonado, ni a su simiente mendigando pan.
26. -Es- siempre misericordioso y presta, y bendita -es- su simiente.
27. Apártate del mal, y haz el bien, y habita por la eternidad.
28. Pues al SEÑOR le encanta el juicio, y a sus santos no abandona; se preservan para siempre; pero la simiente de los malvados de un tajo apartada será.
29. Los justos heredarán la tierra, y en ella por siempre habitarán.
30. La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla del juicio.
31. La ley de su Dios -está- en su corazón; sus pies no resbalarán.
32. El malvado observa al justo, y procura matarlo.
33. El SEÑOR no lo dejará en sus manos, ni lo condenará cuando lo juzguen.
34. Aguarda al SEÑOR, guardando su camino, y él te exaltará para que heredes la tierra; cuando sean retirados de un tajo los malvados -lo- verás.
35. Vi al malvado -ostentando- gran poder, y extendiéndose cual palmera.
36. Sin embargo falleció, y mirad que -ya- no -estaba-; sí, lo busqué, sin poderse encontrar.
37. Señala al perfecto, y observa al correcto -de corazón-, porque el final de -aquel- hombre -es- la paz.
38. Pero los transgresores juntos serán destruidos, al final los malvados de un tajo retirados serán.
39. Sin embargo la salvación de los justos -viene- del SEÑOR, en los tiempos de apuro -él es- su fuerza.
40. Es más, el SEÑOR los ayudará y los librará; -sí-, de los malvados los librará, y los salvará, porque confían en él.
Salmo 36
De David, el siervo del SEÑOR.
1. La transgresión del malvado le dice a mi corazón -que- delante de sus ojos no hay temor de Dios.
2. Pues ante sus propios ojos se halaga, hasta que se encuentra -lo- odiosa -que- es su iniquidad.
3. Iniquidad y engaño las palabras de su boca -son-; ha dejado de ser sabio, -y- de hacer el bien.
4. En su cama urde artimañas, se coloca en un camino -que- no -es- bueno; no aborrece el mal.
5. Tu misericordia, Oh SEÑOR, -está- en los cielos, -y- hasta las nubes -llega- tu fidelidad.
6. Tu justicia -es- como las grandes montañas, tus juicios -son de- una gran profundidad; Oh SEÑOR, al hombre y a la bestia preservas.
7. ¡Cuán excelente, oh Dios -es- tu dulce amabilidad! Por eso los hijos de los hombres debajo de la sombra de tus alas su confianza ponen.
8. Se satisfarán en abundancia con la generosidad de tu casa, y del río de tus placeres les harás beber.
9. Pues contigo -está- la fuente de la vida: -y- en tu luz -la- luz vamos a ver.
10. Oh, continúa -otorgando- tu dulce amabilidad a los que te conocen, y a los de corazón correcto tu justicia.
11. Que el pie del orgullo no venga contra mí, y la mano del malvado no me remueva.
12. Allí han caído los obradores de iniquidad, son arrojados, y no se podrán levantar.
Salmo 35
De David.
1. Pleitea, Oh SEÑOR con los que contienden conmigo; enfréntate con los que se me enfrentan.
2. Agarra escudo y rodela, y levántate en mi ayuda.
3. Saca también la lanza, detén a los que me persiguen, -y- a mi alma dile: Yo -soy- tu salvación.
4. Que sean confundidos y puestos en vergüenza los que buscan mi alma, que se devuelvan y encuentren confusión los que planean hacerme daño.
5. Que sean como el tamo ante el viento, y -los- ahuyente el ángel del SEÑOR.
6. Que su camino sea oscuro y resbaloso, y los persiga el ángel del SEÑOR.
7. Pues sin causa escondieron una red para mí -en- un pozo, -que- sin razón cavaron para mi alma.
8. Que la destrucción lo encuentre desprevenido, y la red que escondió a él mismo lo atrape; que en esa misma devastación caiga.
9. Y mi alma se gozará en el SEÑOR, en su salvación se regocijará.
10. Todos mis huesos dirán, SEÑOR, ¿Quién -es- como tú, que libras al pobre de aquel que es demasiado fuerte para él, sí, al pobre y al necesitado del que lo despoja?
11. Se levantaron falsos testigos, presentaron en mi contra -cargos- que no conocía.
12. Me pagaron mal por bien -para- despojar mi alma.
13. Pero en cuanto a mí, cuando ellos se enfermaron, cilicio fue mi vestido, humillé mi alma con ayuno, y en mi seno retornó mi oración.
14. Me comporté como -si hubiera sido- mi amigo o -mi- hermano: pesadamente me incliné como el que se lamenta -por su- madre.
15. Pero en mi adversidad se regocijaron, se reunieron -y- se aunaron, -sí,- los despreciables en mi contra se reunieron -y- se aunaron, y yo sin saber-lo-, -me- rasgaron, y no cesaron -de hacerlo-.
16. En las fiestas con hipócritas burladores rechinaron sus dientes sobre mí.
17. SEÑOR, ¿cuánto más vas a observar? Rescata mi alma de sus destrucciones, -y- a mi -ser- querido de los leones.
18. En la gran congregación te daré las gracias, entre muchas gentes te alabaré.
19. No dejes que los que son mis enemigos erróneamente se regocijen a costa mía, -ni- que guiñen el ojo los que me odian sin causa.
20. Pues no hablan paz, más bien urden engaños contra los -que se encuentran- tranquilos en la tierra.
21. Sí, bien abrieron su boca contra mí, -y- dijeron, ¡Ajá! ¡Ajá! ¡-Lo- vio nuestro ojo!
22. Oh SEÑOR, tú -lo- viste, no guardes silencio, no te alejes de mí, Oh SEÑOR.
23. Conmuévete, y despiértate para mi juicio, -sí,- por mi causa, Dios mío y SEÑOR mío.
24. Júzgame, Oh SEÑOR Dios mío, de acuerdo a tu justicia, y no les dejes regocijarse a costa mía.
25. No les dejes decir en sus corazones, ¡Ah! ¡Así queríamos tenerlo! No les dejes decir, ¡Nos lo engullimos!
26. Que se avergüencen y juntos encuentren confusión los que se regocijan con mi daño, que los que -se- enaltecen en mi contra se arropen de vergüenza y deshonor.
27. Que se alegren y griten de gozo los que favorecen mi justa causa, sí, que continuamente digan, Enaltecido sea el SEÑOR, el cual se complace en la prosperidad de su siervo.
28. Y mi lengua hablará de tu justicia, -y- de tu alabanza el día entero.
Salmo 34
De David, cuando cambió su comportamientp delante de Abimelek, el cual lo sacó, y él partió.
1. Bendeciré al SEÑOR en todo momento, su alabanza de continuo -estará- en mi boca.
2. En el SEÑOR se jactará mi alma, -lo- oirán los sencillos y se alegrarán.
3. Oh, ensalzad al SEÑOR conmigo, y exaltemos juntos su nombre.
4. Busqué al SEÑOR, y él me oyó, y de todos mis temores me libró.
5. Ellos lo miraron, y fueron alumbrados, y sus rostros no se avergonzaron.
6. Este pobre hombre clamó, y el SEÑOR -lo- oyó, y de todos sus apuros lo salvó.
7. El ángel del SEÑOR acampa alrededor de los que lo temen, y los libera.
8. Oh, degustad y ved que el SEÑOR bueno -es-; bendito -es- el hombre -que- confía en él.
9. Oh, temed al SEÑOR, vosotros sus santos, pues -nada- les falta a los que le temen.
10. Los leoncillos carecen y sufren de hambre; pero a los que buscan al SEÑOR ningún bien les faltará.
11. Venid hijos, escuchadme, el temor del SEÑOR os enseñaré.
12. ¿Cuál -es- el hombre -que- desea la vida, -y- le encantaría -tener muchos- días para poder ver el bien?
13. Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaños.
14. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz y persíguela.
15. Los ojos del SEÑOR -están- sobre los justos, y sus oídos –abiertos- a sus clamores.
16. El rostro del SEÑOR -está listo- contra los que hacen el mal, para apartar de un tajo su recuerdo de la tierra.
17. -Los justos- claman y El SEÑOR oye, y de todas sus tribulaciones los libra.
18. El SEÑOR se arrima a los que están con el corazón quebrantado, y salva a los que tienen un espíritu contrito.
19. Muchas las aflicciones del justo -son-, mas de todas ellas lo libra el SEÑOR.
20. Él guarda todos sus huesos, ninguno de ellos se quiebra.
21. El mal matará al malvado, y los que odian al justo serán asolados.
22. El SEÑOR redime el alma de sus siervos, y -no- serán asolados ninguno de los que en él confían.