Hechos 28

1. Y cuando hubieron escapado, supieron entonces que la isla se llamaba Malta.
2. La gente bárbara nos manifestó no poca amabilidad, pues encendieron una fogata, y nos recibieron a todos, a causa de la lluvia y el frío que se presentaban.
3. Y Pablo habiendo reunido un manojo de palos, y colocado en el fuego, una víbora salió del calor, y se aseguró a su mano.
4. Cuando los bárbaros vieron a la bestia -venenosa- colgar de su mano, se dijeron entre sí, Sin duda este hombre es un asesino, a quien, así hubiera escapado del mar, sin embargo la venganza no lo dejó vivir.
5. Él sacudió la besta -y la puso- en el fuego, sin hacerse daño.
6 Sin embargo ellos miraban cuándo se hincharía, o caería repentinamente muerto; pero después de haber mirado por un gran rato, y visto que ningún daño le había sobrevenido, cambiaron de opinión, y decían que él era un dios.
7. En esa misma región había posesiones del hombre jefe de la isla, cuyo nombre era Publio, el cual cortesmente nos recibió y alojó por tres días.
8. Y vino a acontecer que el padre de Publio yacía enfermo con fiebre y con un flujo de sangre, a quien cuando Pablo entró, oró, puso sus manos en él y lo curó.
9. Así que cuando esto fue hecho, también otros en la isla con enfermedades, vinieron y fueron curados.
10. Quienes también nos dieron muchos honores, y cuando partimos, -nos- cargaron con tantas cosas como fueron necesarias.
11. Y después de tres meses partimos en un barco de Alejandría que había invernado en la isla, cuya insignia era Cástor y Polux.
12. Y llegando a tierra en Siracusa, tardamos -allí- tres días.
13. De allí dimos la vuelta y llegamos a Regio; y después de un día, el viento del sur sopló, y al día siguiente llegamos a Puteoli,
14. En donde encontramos hermanos, y nos rogaron que nos quedáramos con ellos por siete días; y así fuimos a Roma.
15. Y de allí, cuando los hermanos oyeron de nosotros, vinieron a encontrarnos al Foro de Apio y a Las Tres Tabernas, a quienes cuando Pablo vio, le agradeció a Dios y tomó valor.
16. Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó a los prisioneros al capitán de la guardia. Pero a Pablo se le dejó morar por su cuenta con un soldado que lo guardaba.
17. Y vino a acontecer que después de tres días, Pablo convocó a los principales de los Judíos, y cuando fueron convocados, les dijo, Hombres -y- hermanos, aunque no he cometido nada en contra del pueblo, o las costumbres de nuestros padres, aún así fui entregado prisionero a manos de los Romanos en Jerusalén.
18. Quienes cuando me hubieron examinado, quisieron dejar-me- ir, porque no había causa de muerte en mí.
19. Mas cuando los Judíos hablaron en contra, fui apremiado a apelar al César; no que yo tuviera queja -alguna- de la cual acusar a mi nación.
20. -Es- por tanto por esta causa que os he llamado, para ver-os-, y para hablar con -vosotros-; porque por la esperanza de Israel me encuentro atado con esta cadena.
21. Y ellos le dijeron, Ni -hemos- recibido cartas de Judea acerca de ti, tampoco ninguno de los hermanos que -han- venido -se ha- manifestado o -ha- hablado mal de ti.
22. Pero deseamos escuchar de ti, de lo que piensas concerniente a esta secta, que sabemos se habla en contra de ella en todo lugar.
23. Y habiéndole señalado un día, muchos vinieron a él hasta -su- alojamiento, a quienes él expuso y atestiguó del reino de Dios, persuadiéndolos acerca de Jesús, tanto desde la ley de Moisés, como de los profetas, desde la mañana hasta el atardecer.
24. Y algunos creyeron las cosas habladas, otros no.
25. Y no habiendo acuerdo entre ellos, se apartaron, después de que Pablo hubiera hablado esta palabra, Bien habló el Espíritu Santo por Isaías el profeta a nuestros padres,
26. Diciendo, Vete a esta gente, y di, Oyendo oiréis, sin entender, y viendo veríeis, sin percibir;
27. Porque el corazón de este pueblo engrosado está; sus oídos insensibles de -tanto- oír, y han cerrado sus ojos, no sea que con ellos puedan ver, con sus oídos oír, con su corazón entender, y convertirse y ser sanados por mí.
28. Por tanto sea sabido por vosotros, que la salvación de Dios es enviada a los gentiles, y ellos la oirán.
29. Y cuando él hubo dicho estas palabras, los Judíos se apartaron, y tuvieron una gran discusión entre ellos.
30. Y Pablo moró dos años en su casa en arriendo, y a todo el que venía lo recibía.
31. Predicando el reino de Dios, y enseñando con toda confianza aquellas cosas que conciernen al Señor Jesucristo, sin que hombre alguno se lo impidiera.

Hechos 27

1. Y cuando se determinó que debía navegar a Italia, entregaron a Pablo y algunos otros prisioneros a Julio, un centurión de la banda de Augusto.
2. Y al entrar a un barco de Adramitio zarpamos, con la intención de navegar por las costas de Asia; estaba con nosotros Aristarco, un Macedonio de Tesalónica.
3. Y al día siguiente tocamos Sidón. Y Julio trató cortesmente a Pablo, y -le- dio libertad para ir a refrescarse a donde sus amigos,
4. y al zarpar de allí, navegamos debajo de Chipre, pues los vientos eran contrarios.
5. Y habiendo navegado el mar de Cilicia y Panfilia, llegamos a Mira, una ciudad de Licia.
6. Allí el centurión encontró un barco de Alejandría que navegaba a italia, y nos puso allí.
7. Y habiendo navegado lentamente por muchos días, escasamente estábamos pasando al frente de Gnido, ya que el viento no nos dejaba -avanzar-; navegamos debajo de Creta frente a Salmón;
8. Y pasándola con esfuerzo, llegamos a un lugar llamado Puertos lindos, cerca del cual estaba la ciudad -de- Lasea.
9. Ya cuando se había tomado mucho tiempo y la navegación ahora era peligrosa, porque ya había pasado el ayuno, Pablo -los- amonestó,
10. Y les dijo, Señores, percibo que el viaje será con dolores y muchos daños, no sólo en la carga y el barco, sino también en nuestras vidas.
11. No obstante el centurión le creyó al maestro y al dueño del barco más que a las cosas habladas por Pablo.
12. Y porque el puerto no era cómodo para invernar, la mayor parte aconsejó partir también de allí, por si de alguna manera se pudiera alcanzar Fenice para invernar -allí-, -la cual- es un puerto de Creta, y mira hacia el suroeste y al noroeste.
13. Cuando soplaba suavemente el viento del sur, suponiendo que habían obtenido -su- propósito, levaron -anclas y- navegaron en las cercanías de Creta.
14. Pero no mucho después se levantó un tempestuoso viento llamado Euroclidón.
15. Y cuando el barco -se vio- atrapado y no pudo enfrentar el viento, -lo- dejamos a la deriva.
16. Y corriendo bajo cierta isla que se llamaba Clauda, nos costó mucho arrimar el bote -pequeño-;
17. El cual cuando fue subido, usaron refuerzos, ciñéndolo por debajo y temiendo caer en arenas movedizas, arriaron las velas y quedamos -así- a la deriva.
18. Y siendo golpeados extremadamente por la tempestad, al -día- siguiente aligeraron el barco.
19. Al tercer -día- con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave.
20. Y cuando ni sol no estrellas por muchos días aparecían, y una no pequeña tempestad se cernía sobre -nosotros-, toda esperanza de estar a salvo se había desvanecido.
21. Mas tras una larga abstinencia, Pablo se levantó en medio de ellos, y dijo, Señores, debísteis haberme prestado atención, y no haber zarpado de Creta con estos consiguientes daños y pérdidas.
22. Y ahora os exhorto a que os animéis, porque no habrá pérdida de vidas entre vosotros, sino del barco.
23. ya que esta noche se -ha- parado a mi lado el ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo,
24. Diciendo, No temas Pablo, se te debe llevar delante del César, y he aquí que Dios te ha dado a todos los que contigo navegan.
25. Por lo tanto, señores, animaos, porque le creo a Dios, que será así como se me dijo.
26. No obstante debemos ser arrojados a una isla.
27. Pero cuando había venido la décimo cuarta noche, mientras subíamos y bajábamos a la deriva en Adria, alrededor de la medianoche los marineros estimaron que se acercaban a tierra;
28. Y -lo- vocearon, y -la- encontraron a veinte brazas; y habiendo avanzado un poco más, vocearon de nuevo, y -la- encontraron a quince brazas.
29. Entonces temiendo que cayéramos sobre rocas, lanzaron por la popa cuatro anclas, rogando que fuera de día.
30. Y cuando los marineros estaban a punto de huir del barco, habiendo bajado a ocultas el bote al mar pretendiendo arrojar las anclas de la proa.
31. Pablo -le- dijo al centurión y a los soldados, A menos que estos permanezcan en la nave, no os podéis salvar.
32. Entonces los soldados cortaron las cuerdas del bote, y lo dejaron caer.
33. Y mientras arribaba el día, Pablo les rogaba a todos que comieran, diciendo, Este es el decimo cuarto día que habéis esperado y continuado en ayunas, sin comer nada.
34. Por tanto os ruego que comáis, porque es para vuestra salud, pues ningún cabello de vuestra cabeza caerá.
35. Y cuando hubo hablado así, tomó pan, dio gracias a Dios en presencia de todos ellos, y habiéndol-lo- partido, comenzó a comer.
36. Entonces todos se animaron y también comieron.
37. Y había por todos en el barco doscientas setenta y seis almas.
38. Y habiendo comido suficiente, aligeraron el barco, y lanzaron el trigo al mar.
39. Cuando fue de día, no reconocieron tierra, pero descubrieron cierto arroyo con una playa, en el que se propusieron, si fuera posible, varar el barco.
40. Y cuando levaron las anclas, -se- dirigieron al mar, soltaron las amarras del timón, izaron al viento la vela mayor, y se dirigieron hacia la playa.
41. Y cayendo en un lugar en donde se encontraban dos mares, llevaron la nave a tierra, y la proa rápidamente se atascó, quedando inamovible, mas la parte de atrás fue quebrada violentamente por las olas.
42. Y el consejo de los soldados era matar a los prisioneros, no fuera que alguno de ellos saliera nadando y se escapara.
43. Pero el centurión, dispuesto a salvar a Pablo, los detuvo de -su- propósito, y mandó que los que podían nadar -se- echaran primero -al mar-, y llegaran a tierra.
44. Y el resto, algunos en tablas, y otros en -partes- del barco. Y así aconteció que todos escaparon a salvo a tierra.

Hechos 26

1. Entonces Agripa -le- dijo a Pablo, Se te permite hablar por tu cuenta. Entonces Pablo extendió su mano, y respondió por cuenta propia,
2. Me considero feliz, rey Agripa, porque voy a responder por cuenta propia este día delante tuyo tocante a todas las cosas de las que soy acusado por los Judíos;
3. Especialmente -porque sé que- eres experto en todas las costumbres y cuestiones que hay entre los Judíos; por tanto te ruego que me oigas con paciencia.
4. Mi modo de vida desde mi juventud, el cual en un principio fue entre mi propia nación en Jerusalén, todos los Judíos -lo- conocen;
5. Aquellos que me conocieron desde el comienzo, si quisieran atestiguar, que de acuerdo con la secta más estrecha de nuestra religión viví -siendo- Fariseo.
6. Y ahora me paro y soy juzgado por la esperanza de la promesa de Dios hecha a nuestros padres,
7. A la cual nuestras doce tribus, sirviendo instantáneamente a Dios día y noche, esperan que llegue. Por causa de aquella esperanza, rey Agripa, soy acusado por los Judíos.
8. ¿Por qué se debe pensar como cosa increíble para vosortos, que Dios levante a los muertos?
9. En verdad que yo pensaba en mis adentros que debo -haber- hecho muchas cosas de forma contraria al nombre de Jesús de Nazaret.
10. Tales cosas hice también en Jerusalén, y a muchos de los santos encerré en prisión, habiendo recibido la autoridad de los sumos sacerdotes, y cuando eran llevados a la muerte yo vociferaba en contra -de ellos-.
11. Y con frecuencia los castigaba en cada sinagoga, compeliéndo-los- a blasfemar, y enfadándome extremadamente en contra de ellos, -los- perseguía aún hasta en las ciudades extranjeras.
12. Después de lo cual mientras iba a Damasco con la autoridad y la comisión de los sumos sacerdotes,
13. Al mediodía, Oh rey, en el camino vi una luz del cielo, por encima del brillo del sol, resplandeciendo alrededor mío y de los que viajaban conmigo;
14. Y cuando hubimos caído todos a tierra, oí una voz que me hablaba y decía en lengua Hebrea, Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro te -es- patear contra el punzón.
15. Yo dije, ¿Quién eres tú, Señor? Y él dijo, Soy Jesús, a quien tú persigues.
16. Mas levántate y ponte de pie; pues me aparezco ante ti con este propósito, -el- de hacerte un ministro y un testigo tanto de las cosas que has visto, como de aquellas en las que a ti me apareceré;
17. Librándote del pueblo, y -de- los Gentiles, a quienes ahora yo te envío,
18. Para abrirles sus ojos, -y- volver-los- de la oscuridad a la luz, y -del- poder de Satanás a Dios, para que puedan recibir el perdón de los pecados, y -una- herencia entre los que están santificados por la fe que es en mí.
19. Después de lo cual, Oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial;
20. Sino que primero me manifesté a los de Damasco, los de Jerusalén y de todas las costas de Judea, -luego- a los Gentiles, para que se arrepintieran, se volvieran a Dios e hicieran obras propias de arrepentimiento.
21. Por esta causa los Judíos me agarraron en el templo, y estuvieron a punto de matar-me-.
22. Habieno por tanto obtenido ayuda de Dios, hasta este día continúo atestiguando tanto a pequeños como a grandes, no diciendo ninguna otra cosa salvo las que los profetas y Moisés dijeron que debían venir;
23. Que Cristo debía sufrir, que él debía ser el primero en levantarse de los muertos y darle a conocer la luz al pueblo y a los Gentiles.
24. Y mientras así hablaba por su cuenta, Festo dijo a plena voz, Pablo, estás fuera de tí; el mucho estudio te vuelve loco.
25. Pero él dijo, No estoy loco, nobilísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y sobriedad.
26. Porque el rey conoce de todas estas cosas, ante el cual -las- hablo libremente, porque estoy persuadido que ninguna de estas cosas le son ocultas, ya que esto no fue hecho en -lo oculto- de una esquina-
27. Rey Agripa, ¿Crees en los profetas? Yo sé que tú crees.
28. Entonces Agripa le dijo a Pablo, Casi me persuades a ser Cristiano.
29. Y Pablo dijo, Quiera Dios que no sólo tú, sino también todos los que me oigan en este día fueran parecidos o igual a mí, exceptuando estas cadenas.
30. Y cuando él hubo hablado así, el rey se levantó junto con el gobernador, Berenice y los que se sentaban con ellos;
31. Y al hacerse a un lado hablaron entre ellos, diciendo, Este hombre no hace nada digno de muerte ni de prisión.
32. Dijo entonces Agripa a Festo, Este hombre podría haberse puesto en libertad, si no hubiera apelado al César.

Hechos 25

1. Ahora bien, cuando Festo hubo entrado a la provincia, después de tres días ascendió de Cesarea a Jerusalén.
2. Entonces el sumo sacerdote y el principal de los Judíos le informaron rogándole -de sus acusaciones- en contra de Pablo.
3. Y -le- imploraron favor en contra de él, para que enviara por él a Jerusalén, -y así- acecharlo en el camino para matarlo.
4. Pero Festo respondió que Pablo debía ser mantenido en Cesarea, y que él mismo en corto tiempo partiría -para all.á-
5. Por tanto, dijo él, que los que de entre vosotros puedan, bajen conmigo, y acusen a este hombre, si hay alguna maldad en él.
6. Y tras tardarse entre ellos más de diez días, bajó a Cesarea; y al día siguiente, sentándose en el tribunal, mandó que Pablo fuera traído.
7. Y cuando hubo venido, los Judíos que bajaron de Jerusalén se pararon alrededor, y pusieron muchas quejas graves en contra de Pablo, las cuales no podían probar.
8. Mientras él respondía por su cuenta -lo siguiente-, Ni en contra de la ley de los Judíos, ni en contra del templo, ni siquiera en contra del César en absoluto en algún punto he ofendido.
9. Pero Festo, dispuesto a complacer a los Judíos, -le- respondió a Pablo y dijo, ¿Subirás a Jerusalén, y allí serás juzgado por estas cosas delante mío?
10. Pablo entonces dijo, Me paro en el tribunal del César, donde debo ser juzgado; a los Judíos no les he hecho mal -alguno-, tal como tú muy bien conoces.
11. Porque si soy un ofensor, o he cometido algún asunto digno de muerte, no rehúso morir; pero si no existe cosa alguna de las que se me acusa, no hay hombre que me pueda entregar a ellos. Apelo al César.
12. Festo entonces, tras conferenciar con el concilio, respondió, ¿Has apelado al César? Irás al César.
13. Y después de algunos días el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea a saludar a Festo.
14. Y cuando hubieron estado muchos días allí, Festo le declaró al rey la causa de Pablo, diciendo, Hay cierto hombre dejado en cadenas por Félix;
15. Acerca del cual, cuando estuve en Jerusalén, los sumos sacerdoets y los mayores de los Judíos -me- informaron, rogando que -hiciera- juicio contra él.
16. A quienes respondí, No es la manera de los Romanos entregar un hombre a la muerte, antes de que el acusado enfrente a los acusadores, y tenga licencia para responder por su cuenta concerniente al crimen que se le impute.
17. Por tanto, cuando hubieron venido acá, sin demora en la mañana me senté en el tribunal, y mandé que el hombre fuera traído.
18. En contra del cual cuando los acusadores se pararon, no trajeron acusación alguna de semejantes cosas que yo suponía.
19. Sino que tenían ciertas cuestiones en contra de él de su propia superstición, y de un Jesús, el cual fue muerto, -y- a quien Pablo afirma que está vivo.
20. Y como yo dudaba de tal clase de cuestiones, -le- pregunté si iría a Jerusalén, para ser juzgado allí de estos asuntos.
21. Pero Pablo al haber apelado a ser reservado a la audiencia de Augusto, le mandé que fuera guardado hasta poder enviarlo al César.
22. Entonces Agripa -le- dijo a Festo, Me gustaría también oir al hombre yo mismo. Mañana, dijo él, lo oirás.
23. Y en la mañana, cuando Agripa hubo venido junto con Berenice con gran pompa, y hubo entrado al palacio de audiencias, con los capitanes jefes y los hombres principales de la ciudad, al mandato de Festo Pablo fue traído.
24. Y Festo dijo, Rey Agripa, y todos los hombres que están aquí presentes con nosotros, veis a este hombre, acerca de quien toda la multitud de los Judíos han tratado conmigo, tanto en Jerusalén como -también- acá, gritando que no debería vivir más.
25. Pero cuando encontré que no había cometido nada digno de muerte, y que él mismo había apelado a Augusto, he determinado enviarlo.
26. De quien no tengo certeza de qué escribir a mi señor. Por tanto lo he traído delante vuestro, y especialmente delante tuyo, Oh rey Agripa, para que después de la examinación tenida, pueda tener algo de qué escribir.
27. Pues me parece a mí irrazonable enviar a un prisionero, y al mismo tiempo no dar a entender los crímenes imputados a él.

Hechos 24

1. Y después de cinco días Ananías el sumo sacerdote descendió con los mayores y con cierto orador -llamado- Tertulio, quien dio informe al gobernador en contra de Pablo.
2. Y cuando fue llamado, Tertulio comenzó a acusar-lo-, diciendo, Viendo que por ti disfrutamos de gran quietud, y que obras muy valiosas han -sido- hechas a esta nación por tu providencia,
3. Lo aceptamos siempre, y en todo lugar nobilísimo Felix, con todo agradecimiento.
4. No obstante lo anterior, para no serte más tedioso, te ruego que quieras oír en tu clmencia unas pocas palabras de nuestra parte.
5. Porque hemos encontrado -que- este hombre -es un- -ser- pestilente, y un incitador a la sedición entre los Judíos de todo el mundo, -él es- un líder principal de la secta de los Nazarenos;
6. Quien también ha llegado a nuestros alrededores para profanar el templo; a este tomamos, y queríamos juzgarlo de acuerdo a nuestra ley.
7. Mas el capitán jefe Lisias llegó a nosotros, y con gran violencia -lo- quitó de nuestras manos.
8. Mandando a sus acusadores que vinieran hasta ti; para que examines por ti mismo, y puedas tomar conocimiento de todas estas cosas de las que lo acusamos.
9. Y los Judíos asentían igualmente, diciendo que estas cosas eran así.
10. Entonces Pablo, después de que el gobernador le había dado señas para que hablara, respondió, Debido a que como sé que tú has sido por muchos años juez de esta nación, con mayor ánimo respondo por cuenta propia.
11. Para que puedas entender que sólo han habido doce días desde que subí a Jerusalén a adorar.
12. Y ellos no me encontraron en el templo disputando con hombre alguno, ni levantando al pueblo, tampoco en la sinagofa, ni en la ciudad;
13. No pueden probar las cosas de las que me acusan.
14. Pero esto te confieso, que de acuerdo a la forma que ellos llaman herejía, así adoro yo al Dios de mis padres, creyendo en todas las cosas que están escritas en la ley y en los profetas:
16. Y tengo esperanza en Dios, la cual ellos también permiten, que habrá una resurrección de los muertos, tanto de los justos como de los injustos.
16. Y en esto yo mismo me ejercito, en tener siempre una conciencia carente de ofensa hacia Dios y -hacia- los hombres.
17. Ahora bien, después de muchos años, vine a traer limosnas y ofrendas a mi nación.
18. En lo cual ciertos Judíos de Asia me encontraron purificándome en el templo, -y esto- ni con multitud, ni con tumulto.
19. Quienes deberían haber estado aquí delante de ti, y objetar, si tenían algo contra mí.
20. De otra manera, que estos mismos -de aquí- digan si han encontrado algúna mala obra en mí, estando parado en el concilio,
21. Excepto fuera por esta voz que clamé parado entre ellos, Tocante a la resurrección de los muertos soy llamado en cuestión por vosotros este día.
22. Y cuando Félix oyó de estas cosas, teniendo un conocimiento más perfecto de -aquel- camino, él los aplazó y dijo, Cuando Lisias el capitán jefe baje -y- venga, conoceré lo máximo -acerca- de vuestro asunto.
23. Y mandó a un centurión a guardar a Pablo, y dejarlo tener -cierta- libertad, y no prohibir a ninguno de sus conocidos atenderlo o venir a él.
24. Y después de ciertos días, al llegar Félix con su esposa Drusila, la cual era Judía, envió por Pablo, y lo oyó concerniente a la fe en Cristo.
25. Y al razonar él sobre la justicia, la moderación y el juicio por venir, Félix tembló y respondió, Márchate esta vez, cuando tenga el momento conveniente, llamaré por ti.
26. Él también esperaba que se le hubiera dado dinero -por parte- de Pablo, para poder liberarlo; por tanto con más frecuencia enviaba por él, y se comunicaba con él.
27. Pero después de dos años Porcio Festo venía a -ocupar- el sitio de Félix, y Félix, dispuesto a manifestarle complacencia a los Judíos dejó preso a Pablo.

Hechos 23

1. Y Pablo, mirando ávidamente al consejo, dijo. Hombres -y- hermanos, hasta este día he vivido con toda buena conciencia delante de Dios.
2. Y el sumo sacerdote Ananías les mandó a los que se paraban a su lado que lo golpearan en la boca.
3. Pablo entonces le dijo, Que Dios a ti te golpee, muro blanqueado, ¿por qué te sientas a juzgarme de acuerdo con la ley, y mandas que sea golpeado -de forma- contraria a la ley?
4. Y los que se paraban a su lado dijeron, ¿Denigras tú al sumo sacerdote de Dios?
5. Entonces dijo Pablo, No sabía, hermanos, que el era el sumo sacerdote, porque está escrito, No hablarás mal del gobernante de tu pueblo.
6. Pero cuando Pablo percibió que una parte -de ellos- era de Saduceos, y la otra de Fariseos, gritó en el concilio, Hombres -y- hermanos, Soy Fariseo, por la esperanza y resurrección de los muertos soy llamado en cuestión.
7. Y cuando hubo dicho así, se levantó una disensión entre los Fariseos y los Saduceos; y la multitud fue dividida.
8. Porque los Saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritu, mas los Fariseos confiesan -que sí-.
9. Y se levantó un gran griterío: los escribas -que estaban- de parte de los Fariseos se levantaron y contendieron diciendo, No encontramos mal -alguno- en este hombre; mas si un espíritu o ángel le ha hablado, no peleemos en contra de Dios.
10. Y al levantarse una gran disensión, el capitán jefe, temiendo que Pablo fuera vuelto pedazos por ellos, mandó bajar a los soldados -para que- tomaran a Pablo por la fuerza de en medio de ellos y -lo- trajeran al castillo.
11. A la siguiente noche el Señor se paró a su lado, y -le- dijo, Ánimo Pablo, porque como has testificado de mí en Jerusalén, de igual forma debes atestiguar también en Roma.
12. Y cuando fue de día, ciertos Judíos se aliaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta haber matado a Pablo.
13. Y eran más de cuarenta los que habían hecho esta conspiración.
14. Y llegaron hasta los sumos sacerdotes y los mayores, y dijeron, Nos hemos comprometido bajo una gran maldición, a no comer nada, hasta matar a Pablo.
15. Ahora pues, por lo tanto vosotros con el concilio dadle a entender al capitán jefe que lo baje y lo traiga mañana a vosotros, como si quisiérais inquirir algo más perfectamente acerca de él; y nosotros, tan pronto él se acerque estamos listos para matarlo.
16. Y cuando el hijo de la hermana de Pablo oyó -acerda- del acecho -de parte- de ellos, fue, entró al castillo, y -le- contó a Pablo.
17. Pablo entonces llamó a uno de los centuriones, y dijo, Lleva a este joven hasta el capitán jefe, porque él tiene algo que contarle.
18. Así que lo tomó y -lo- trajo hasta el capitán jefe, y dijo, Pablo el prisionero me llamó y me rogó que trajera este joven hasta ti, el cual tiene algo que decirte.
19. Entonces el capitán jefe lo tomó de la mano, fueron a un lado de forma privada, y -le- preguntó, ¿Qué es lo que tienes que decirme?
20. Y -le- dijo, los Judíos han acordado rogarte que bajes -y- traigas a Pablo mañana hasta el concilio como si quisieran inquirir de él algo más perfectamente.
21. Pero no te sometas a ellos, porque lo acechan más de cuarenta hombres, los cuales se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado; y están listos ahora, esperando que les prometas -hacerlo-.
22. Así que -entonces- el capitán jefe dejó partir al joven, y -le- encargó, _Mira que- no le cuentes a hombre alguno que me has dado a conocer estas cosas.
23. Y llamó a dos centuriones, diciendo, Alistad a doscientos soldados para que vayan a Cesarea, junto con setenta hombres de a caballo y doscientos lanceros para la tercera hora de la noche,
24. Proveed bestias, para poner a Pablo en ellas, y llevad-lo a salvo hasta donde Félix el gobernador.
25. Y -le- escribió una carta de la siguiente manera,
26. Claudio Lisias al más excelente gobernador Félix. Saludos.
27. Este hombre fue tomado de los Judíos, y hubiera sido muerto por ellos; llegué entonces con un ejército y lo rescaté, habiendo entendido que era Romano.
28. Y cuando deseaba conocer la causa por la que lo acusaban, lo llevé a su concilio;
29. Percibí qye era acusado por cuestiones de la ley de ellos, mas no tiene nada a su cargo digno de muerte o prisión.
30. Y cuando se me contó cómo los Judíos acechaban al hombre, -lo- envié de inmediato a ti, y di mandamiento a sus acusadores también que dijeran delante tuyo lo que -tienen- en contra de él. Me despido.
31. Los soldados entonces, tomaron a Pablo como se les mandó, y -lo- trajeron por la noche a Antipatris.
32. Por la mañana dejaron que los hombres de a caballo fueran con él, y retornaron al castillo;
33. Aquellos, cuando llegaron a Cesarea y entregaron la epístola al goberbador, presentaron también a Pablo ante él.
34. Y cuando el gobernador hubo leído -la carta,- preguntó de qué provincia era él. Y cuando entendió que -era- de Cilicia, -dijo-,
35. Te oiré, dijo, cuando tus acusadores también hayan venido. Y mandó que fuera mantenido en el salón del Juicio de Herodes.

Hechos 22

1. Hombres, hermanos y padres, oíd mi defensa -que- ahora -hago- ante vosotros.
2. (Y cuando oyeron que les hablaba en lengua Hebrea, más silencio guardaron; y él dice,)
3. De verdad que soy un hombre Judío, nacido en Tarso, -ciudad- de Cilicia, mas sin embargo criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, -y- enseñado de acuerdo a la perfecta manera de la ley de los padres, y fui celoso para con Dios, como todos vosotros -lo- sois este día.
4. A este camino lo perseguí hasta la muerte, apresando y entregando a prisión tanto a hombres como a mujeres.
5. Como también los sumos sacerdotes dan testimonio de mí, y todo el estado de los mayores, de quienes recibí cartas para los hermanos, e iba a Damasco a llevar a los que estaban encarcelados a Jerusalén para que fueran castigados.
6. Y vino a suceder que, durante mi viaje, y acercándome a Damasco alrededor del mediodía, del cielo resplandeció de repente una gran luz a mi alrededor.
7. Caí al suelo, y oí una voz diciéndome, ¿Saulo, Saulo, por qué me persigues?
8. Y yo respondí, ¿Quién eres tú, Señor? Y él me dijo, Soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
9. Y los que estaban conmigo vieron de verdad la luz y tuvieron miedo, pero no oían la voz del que me hablaba.
10. Dije, ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo, Levántate y entra a Damasco, y allí se te dirán lodas las cosas que están señaladas para que hagas.
11. Y al no poder ver por la gloria de aquella luz, llegué a Damasco siendo guiado por los que estaban conmigo.
12. Y Ananías, un hombre devoto de acuerdo a la ley, quien tenía un buen reporte de todos los Judíos que moraban -allí-,
13. Vino a mí, se paró y me dijo, Hermano Saulo, recibe la vista. Y en esa misma hora miré hacia arriba donde él.
14. Y dijo, El Dios de nuestros padres te ha escogido, para que conozcas su voluntad, veas al Justo y oigas la voz de su boca.
15. Porque serás testigo suyo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído.
16. ¿Y ahora, por qué te tardas? Levántate, bautízate, y lava tus pecados invocando el nombre del Señor.
17. Y vino a pasar que cuando hube llegado de nuevo a Jerusalén, aún mientras oraba en el templo, estuve en trance;
18. Y lo vi a él diciéndome, Apresúrate, y sal rápidamente de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
19. Y dije, Señor, ellos saben que yo aprisionaba y golpeaba en toda sinagoga a los que creían en ti;
20. Y cuando la sangre de tu mártir Esteban era derramada, yo también estaba parado al lado, consintiendo su muerte, y guardando las vestiduras de los que lo mataban.
21. Y él me dijo, Parte de acá, porque yo te enviaré lejos a donde los Gentiles.
22. Y ellos le dieron audiencia hasta -llegar- esta palabra: -luego- levantaron sus voces y dijeron, Fuera de la tierra este -amigo-, porque no conviene que viva.
23. Y mientras gritaban, arrojaban -sus- ropas y lanzaban polvo al aire,
24. El capitán principal mandó que fuera llevado al castillo, y pidió que fuera examinado con azotes, para poder conocer por qué gritaban tanto en su contra.
25. Y mientras lo ataban con correas, Pablo le dijo al centurión que estaba parado al lado, ¿Es legal que azotes a un hombre Romano sin -ser- condenado?
26. Cuando el centurión oyó -esto-, fue y le contó al capitán jefe, diciendo, Presta atención a lo que hagas, porque este hombre es Romano.
27. Entonces el capitán jefe vino y le dijo, Dime, ¿eres Romano? Él dijo, Sí.
28. Y el capitán jefe respondió, Esta libertad yo la obtuve con una gran suma. Y Pablo dijo, Pero yo nací -con esa libertad-.
29. Entonces al momento se apartaron de él los que lo iban a examinar, y el capitán jefe tuvo también miedo, después de conocer que él era Romano, pues también lo había atado.
30. En la mañana, ya que quería conocer la prueba por la que era acusado por los Judíos, lo desató de -sus- bandas, y le mandó a los sumos sacerdotes y a todo el concilio de ellos que aparecieran; bajó -y- trajo a Pablo, y lo colocó delante de ellos.

Hechos 21

1. Y vino a suceder que después de que nos hubiéramos alejado de ellos, habiendo zarpado, con un curso directo llegamos hasta Cos, y al -día- siguiente a Rodas, y de allí -fuimos- hasta Pátara;
2. Y al encontrar un barco que navegaba hasta Fenicia, nos embarcamos, y partimos.
3. Ahora bien. Al descubrir a Chipre, lo dejamos a mano izquierda, y nos adentramos en barco a Siria, llegando a tierra en Tiro; porque allí el barco iba a descargar su carga.
4. Y al encontrar discípulos, tardamos allí siete días, los cuales -le- dijeron a Pablo por el Espíritu, que no debía subir a Jerusalén.
5. Y cumplidos esos días, partimos y emprendimos camino; y todos ellos nos acompañaron junto con sus esposas y niños, hasta salir de la ciudad; y en la playa nos arrodillamos y oramos.
6. Cuando nos hubimos despedido los unos de los otros, tomamos el barco, y ellos retornaron de nuevo a -sus- hogares.
7. Y habiendo terminado la ruta de Tiro, llegamos a Tolemaida, saludamos a los hermanos, y nos quedamos con ellos un día.
8. Al -día- siguiente. Los que éramos de la compañía de Pablo partimos, y llegamos a Cesarea, -donde- entramos a la casa de Felipe el evangelista, el cual era de los siete, y nos alojamos con él.
9. Y este mismo hombre, tenía cuatro hijas vírgenes, las cuales profetizaban.
10. Y mientras nos quedábamos -allí- por muchos días, vino de Judea cierto profeta llamado Ágabo.
11. Y cuando hubo llegado a nosotros, tomó el ceñidor de Pablo, se ató sus mismas manos y pies, y dijo, Esto dice el Espíritu Santo, Así atarán los Judíos en Jerusalén al dueño de este ceñidor, y -lo- entregarán en manos de los Gentiles.
12. Y al oír estas cosas, tanto nosotros como los de aquel lugar, le rogábamos que no subiera a Jerusalén.
13. Pablo entonces respondió, ¿Qué os proponéis con llorar y quebrarme el corazón? Porque estoy listo no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.
14. Y cuando no quiso ser persuadido, cesamos -de rogarle-, diciendo, Que se haga la voluntad del Señor.
15. Y después de aquellos días tomamos nuestros carruajes, para subir a Jerusalén.
16. Iban también con nosotros -algunos- de los discípulos de Cesarea, y con ellos traían a uno -llamado- Mnasón, de Chipre, un antiguo discípulo con quien nos alojaríamos.
17. Y al llegar a Jerusalén, los hermanos nos recibieron alegremente.
18. Al día siguiente Pablo entró con nosotros donde Santiago; y todos los -hermanos- mayores estaban presentes.
19. Y cuando los hubo saludado, declaró particularmente qué cosas había el Señor realizado entre los gentiles por su ministerio.
20. Y al oír-lo-, glorificaban al Señor, y le dijeron, Ves hermano, cuántos miles de Judíos hay que creen, y son celosos de la ley;
21. Ellos están informados de ti. Que les enseñas a los Judíos de entre los Gentiles a abandonar a Moisés, diciendo que no deben circuncidar a -sus- hijos, ni andar de acuerdo a las costumbres.
22. ¿Qué es esto entonces? La multitud precisa reunirse. Porque van a escuchar que tu has venido.
24. Haz por tanto lo que te digamos: Tenemos a cuatro hombres que tienen un voto con ellos; Tómalos, purifícate con ellos, encárgate con ellos de se puedan rapar las cabezas, y todos puedan saber que aquellas cosas de las que fueron informados acerca de ti, no son nada, sino que tú mismo andas también ordenadamente, y guardas la ley.
25. En lo tocante a los Gentiles que creen, hemos escrito -y- concluído que no observen tales cosas, salvo sólo que se guarden de -cosas- ofrendadas a los ídolos, de sangre, de -animales- estrangulados y de la fornicación.
26. Pablo entonces tomó -estos- hombres, y al día siguiente purificándose él con ellos entró en el templo, para significar el cumplimiento de los días de la purificación, hasta que se hiciera una ofrenda por cada uno de ellos.
27. Y estando a punto de terminar los siete días. Los Judíos que estuvieron en Asia, al verlo en el templo, alborotaron a todo el pueblo, y echaron mano de él,
28. Auxilio, hombres de Israel; Este es el hombre que enseña a todos en todo lugar en contra del pueblo, de la ley y de este lugar, y además entró también a Griegos en el templo, polucionando este santo lugar.
29. (Porque habían visto antes con él en la ciudad a Trófimo, un Efesio, a quien supusieron que Pablo había traído al templo.)
30. Y se conmovió toda la ciudad, y el pueblo corrió a reunirse, tomaron a Pablo, lo sacaron del templo, y en el acto las puertas se cerraron.
31. Y cuando estaban a punto de matarlo, llegaron noticias al capitán principal de la banda, que toda Jerusalén estaba alborotada.
32. El cual inmediatamente tomó soldados y centuriones, bajaron corriendo hasta donde ellos, y cuando vieron al capitán principal y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.
33. El capitán principal entonces se acercó, lo tomó, mandó que -lo- ataran con dos cadenas, y demandó -saber- quién era, y qué había hecho.
34. Unos gritaban una cosa, otros otra de entre la multitud; y al no poder conocer del tumulto -la razón- cierta, mandó que fuera llevado al castillo.
35. Y al llegar a las escaleras, era tanta la violencia de la gente que fue llevado alzado por los soldados.
36. Porque la multitud del pueblo -los- seguía gritando, Fuera con él.
37. Y cuando Pablo estaba para ser entrado al castillo, le dijo al capitán principal, ¿Te puedo hablar? El cual dijo, ¿Puedes hablar Griego?
38. ¿No eres ese Egipcio, el cual anteriormente -habías- hecho un alboroto, y guiaste hasta el desierto a cuatro mil asesinos?
39. Pero Pablo dijo, Soy un hombre Judío de Tarso, -una ciudad- de Cilicia, ciudadano de una ciudad no común, y te ruego que me dejes hablarle al pueblo.
40. Y habiéndole dado licencia, Pabló se paró en las escaleras, e hizo señas con la mano a la gente. Hubo un gran silencio, -y les- habló en lengua Hebrea lo siguiente,

Hechos 20

1. Y después que el alboroto cesó, Pablo llamó hasta -él- a los discípulos, -los- abrazó, y partió para ir a Macedonia.
2. Y cuando hubo pasado por esas partes, y habiéndoles dado muchas exhortaciones, llegó a Grecia.
3. Allí habitó -por- tres meses. Y al acecharlo los Judíos porque él estaba a punto de navegar a Siria, se propuso retornar -entonces- a través de Macedonia.
4. Y ahí lo acompañaron hasta Asia Sópater de Berea, Aristarco y Segundo de los Tesalonicenses, Gayo de Derbe y Timoteo, y Tíquico y Trófimo de Asia.
5. Estos yendo antes se demoraron por nosotros en Troas.
6. Partimos entonces navegando de Filipos después de los días del pan sin levadura, y en cinco días llegamos a Troas hasta ellos, en donde nos quedamos siete días.
7. Y el primer -día- de la semana, cuando los discípulos se congregaban para partir el pan, Pablo les predicó, listo para partir en la mañana, y continuó su charla hasta media noche.
8. Y había muchas luces en la habitación de arriba, donde estaban congregados.
9. Y cierto joven llamado Eutico, sentado en una ventana, cayó en profundo sueño; y mientras Pablo predicaba- por- largo -rato, aquel- se profundizó en el sueño, y cayó desde el tercer aposento, y fue levantado muerto.
10. Pablo bajó, cayó en él, y abrazándo-lo- dijo, No os turbéis, pues su vida se hallla en él.
11. Habiendo -Pablo- entonces subido otra vez, partido y comido el pan, y hablado por largo rato hasta la misma madrugada, así partió.
12. Ellos trajeron entonces al joven vivo, y fueron consolados, -y- no poco.
13. + Y nosotros fuimos delante a embarcarnos, y navegamos a Asón, intentando allí recoger a Pablo, pues así -lo- había él señalado, proponiéndose él ir por tierra.
14. Y cuando nos encontramos con él en Asón, lo recogimos, y llegamos a Mitilene.
15. Y de allí navegamos, y al -día- siguiente llegamos al frente de Quío; un día después arribamos a Samos, y nos demoramos en Trogilio, para llegar al día siguiente a Mileto.
16. Pues Pablo había determinado navegar por Éfeso, porque deseaba no gastar tiempo en Asia, ya que se apresuraba a que le fuera posible estar en Jerusalén el día de Pentecostés.
17. + Y de Mileto envió a -algunos a- Éfeso, y llamó a los -hermanos- mayores de la congregación.
18. Y cuando hubieron llegado a -donde- él, les dijo, Sabéis que desde el primer día qie llegué a Asia, qué costumbres he tenido con vosotros en toda ocasión,
19. Sirviendo al Señor con completa sencillez en mi pensar, con muchas lágrimas y tentaciones, las cuales me -han- sobrevenido por los acechos de los Judíos;
20. -Y- cómo no retuve nada que -os- fuera provechoso, sino que os he manifestado y enseñado públicamente y de casa en casa,
21. Atestiguando tanto a los Judíos como también a los Griegos, del arrepentimiento hacia Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
22. Y ahora, mirad que voy atado en el espíritu a Jerusalén, sin conocer las cosas que me van a sobrevenir allá,
23. Salvo lo que el Espíritu Santo atestigua en cada ciudad, diciendo que me aguardan cadenas y aflicciones.
24. Mas ninguna de estas cosas me mueve, ni considero valiosa la vida para mí, con el fin de poder acabar mi trayecto con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, de atestiguar del evangelio de la gracia de Dios.
25. Y ahora, mirad que´sé que todos vosotros, entre quienes he ido predicando el reino de Dios, no veréis mi rostro ya más.
26. Por tanto os tomo para que testimoniéis este día, que -estoy- limpio de la sangre de todos.
27. Porque no he evitado revelaros todo el consejo de Dios.
28. Cuidaos por tanto a vosotros y a todo el rebaño, del que el Espíritu Santo os ha hecho supervisores, para alimentar a la iglesia de Dios, la cual él ha adquirido con su propia sangre.
29. Porque sé esto, que después de mi partida, entrarán en vuestras filas lobos crueles, -que- no preserverán el rebaño.
30. Además de entre vosotros se levantarán hombres hablando cosas perversas, para alejar a los discípulos tras ellos.
31. Por tanto vigilad, y recordad, que por espacio de tres años no -he- cesado día y noche de amonestar con lágrimas a cada uno.
32. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es capaz de edificaros, y de daros una herencia junto con todos aquellos que están santificados.
33. No he codiciado plata, oro ni atuendo de hombre -alguno-.
34. Sí, vosotros mismos sabéis que estas manos han atendido a mis -propias- necesidades, y a -las de- los que estaban conmigo.
35. Os he dado a conocer todas las cosas, -de- cómo laborando así, debéis sostener a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo, Hay mayor bendición en dar que en recibir.
36. + Y cuando así hubo hablado, se arrodilló, y oró con todos ellos.
37. Y todos lloraban amargamente, se aferraban al cuello de Pablo y lo besaban.
38. Acongojándose más que nada por las palabras que habló, de que no verían su rostro ya más. Y lo acompañaron hasta el barco.

Hechos 19

1. Y vino a acontecer que mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo habiendo pasado por las costas de arriba llegó a Éfeso, y al encontrar a ciertos discípulos,
2. Les dijo, ¿Habéis recibido el Espíritu Santo desde que creísteis? Y ellos le dijeron, No hemos oído mucho acerca de si hay Espíritu Santo alguno.
3. Y él les dijo, ¿En qué fuisteis bautizados entonces? Y ellos dijeron, En el bautismo de Juan.
4. Dijo entonces Pablo, De verdad Juan bautizó con el bautismo del arrepentimiento, diciéndole a la gente, que creyeran en aquel que iba a venir después de él, esto es, en Cristo Jesús.
5. Cuando oyeron -esto-, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
6. Y cuando Pablo hubo puesto -sus- manos sobre ellos, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y hablaron en lenguas, y profetizaron.
7. Y todos los hombres eran alrededor de doce.
8. Y él entró a la sinagoga, y habló atrevidamente por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo acerca de los asuntos del reino de Dios.
9. Mas cuando algunos se endurecieron y no creyeron, sino que hablaban mal del camino delante de la multitud, el se apartó de ellos, y separó a los discípulos, disputando diariamente en la escuela de alguien -llamado- Tiranno.
10. Y esto continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que moraban en Asia, tanto Judíos como Griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.
11. Y Dios obraba milagros especiales por medio de Pablo,
12. Tanto así que de su cuerpo eran llevados pañuelos o delantales a los enfermos, y las enfermedades se alejaban de ellos, o los malos espíritus salían de ellos.
13. + Entonces algunos de los Judíos vagabundos y exorcistas, se encargaron de invocar sobre los que tenían malos espíritus el nombre del Señor Jesús, diciendo, Te conjuramos por el Jesús que Pablo predica,
14. Y hubo siete hijos de Esceva, un Judío principal de los sacerdotes que hicieron esto.
15. Y el espíritu malo respondió y dijo, Conozco a Jesús, y conozco a Pablo, ¿pero vosotros quienes sois?
16. Y el hombre en quien el espíritu estaba saltó sobre ellos, y los venció, tanto que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
17. Y esto fue conocido por todos los Judíos y también los Griegos que moraban en Éfeso, y les cayó temor a todos ellos, y el nombre del Señor Jesús fue magnificado.
18. Y muchos de los que creyeron vinieron, confesaron y dieron a conocer sus obras.
19. Además muchos de los que practicaban artes curiosas trajeron -y- reunieron sus libros, y los quemaron delante de todos -los hombres-; y contaron el precio de estos, y encontraron -que era- cincuenta mil -piezas- de plata.
20. Así de poderosamente crecía y prevalecía la palabra de Dios.
21. + Después de que terminaran estas cosas, Pablo, cuando hubo pasado por Macedonia y Acaya, se propuso en el espíritu, ir a Jerusalén, diciendo, Después de haber estado allá, debo ver también Roma.
22. Así que envió a Macedonia a dos de los que le ministraban, a Timoteo y a Erasto; mas él se quedó en Asia por una temporada.
23. Y -por- ese mismo tiempo se levantó un no muy pequeño alboroto acerca del camino.
24. Porque cierto -hombre- llamado Demetrio, un platero que hacía capillas de plata para Diana, le daba una ganancia no pequeña a los artesanos;
25. A quienes él reunió -junto- con los trabajadores de ocupaciones similares, y dijeron, Señores, vosotros sabéis que por este arte obtenemos nuestra riqueza.
26. Más aún vosotros veis y oís, que no solamente en Éfeso, sino casi en toda Asia, este Pablo ha persuadido y alejado a mucha gente, diciendo que aquellos que son hechos con las manos no son dioses;
27. Así que no sólo este nuestro oficio está en peligro de convertirse en nada, sino que además el templo de la gran diosa Diana debe ser despreciado, y su magnificencia destruída, aquella a quien toda Asia y el mundo adoran.
28. Y al oir -estas palabras-, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo, Grande -es- Diana de los Efesios.
29. Y toda la ciudad se llenó de confusión, y habiendo tomado a Gayo y a Aristarco, hombres de Macedonia, -y- compañeros de viaje de Pablo, en común acuerdo se abalanzaron -y- entraron al teatro.
30. Y cuando Pablo quiso entrar-donde- la gente, los discípulos no lo dejaron.
31. Y algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron por él, solicitándo-le- que no se aventurara a entrar al teatro.
32. Algunos por tanto gritaban una cosa, y otros otra, porque la asamblea estaba confundida, y la mayor parte no sabía porqué se había congregado.
33. Y los Judíos sacaron a Alejandro de la multitud y lo pusieron adelante. Alejandro les hizo señas con la mano, queriendo hacer su defensa ante el pueblo.
34. Pero cuando supieron que era Judío, todos a una voz, por espacio de dos horas gritaban, Grande -es- Diana de los Efesios.
35. Y cuando el secretario municipal huo apaciguado al pueblo, dijo, Hombres de Éfeso, ¿qué hombre hay que no conozca que la ciudad de los Efesios es adoradora de la gran diosa Diana, y de la -imagen- que cayó de Júpiter?
36. Viendo pues que no se puede hablar en contra de estas cosas, debéis tranquilizaros, y nada hacer precipitadamente.
37. Pues acá habéis traído a estos hombres que no son ni ladrones de iglesias, -y- ni siquiera blasfemos de vuestra diosa.
38. Por tanto si Demetrio y los artesanos que están con él tienen un asunto en contra de algún hombre, la ley está dispuesta, y existen diputados; que se demanden entre ellos.
39. Pero si inquirís algo acerca de otros asuntos, esto se va a determinar en una asamblea legal.
40. Porque estamos en peligro de ser llamados a indagatoria por el alboroto de este día, sin haber causa por la que podamos dar cuenta de este concurso.
41. Y cuando hubo hablado así, despidió a la asamblea.