Un Salmo de David.
1. Dije, Me cuidaré en mis caminos de no pecar con mi lengua: mientras el malvado esté delante mío con freno guardaré mi boca.
2. Enmudecí del silencio, me quedé callado, -aún- delante del bien, y se alborotó mi pena.
3. Mi corazón se calentó dentro de mí; mientras musitaba el fuego ardía; con mi lengua -entonces- hablé,
4. SEÑOR, hazme saber mi final, y cuál -es- la medida de mis días; -para- poder saber cuán frágil -soy-.
5. Mira que has hecho mis días -como- el ancho de la mano, y mi edad -es- como nada delante de ti; de verdad que todo hombre en su mejor estado -es- pura vanidad. Selah.
6. Por cierto que todo hombre en vana apariencia anda, ciertamente en vano se inquietan; apila -riquezas-, y no sabe quién las recogerá.
7. Y ahora, SEÑOR, ¿Qué aguardo? En ti mi esperanza -está-.
8. Líbrame de todas mis transgresiones, no me hagas la vergüenza de los necios.
9. Enmudecí, no abrí mi boca, ya que tú -lo- hiciste.
10. Remueve de mí tu golpe, el azote de tu mano me consume.
11. Cuando con reprensiones corriges al hombre por la iniquidad, haces que su belleza como una polilla se consuma: por seguro que todo hombre -es- vanidad.
12. Oh SEÑOR oye mi oración, y presta oído a mi llanto, no guardes silencio ante mis lágrimas, pues -soy- un extranjero ante ti, -y- un peregrino como todos mis padres -lo fueron-.
13. Oh resguárdame para que pueda recuperar las fuerzas, antes de que me vaya de acá, y no sea más.